Ni bien se escuchó el pitazo final, algunos jugadores de Destroyers abandonaron la cancha con lágrimas. La bronca e impotencia no sólo invadía a los futbolistas, sino a la dirigencia, cuerpo técnico y el puñado de hinchas que llegaron al estadio Félix Capriles. El proyecto deportivo, que nació hace dos años con el objetivo de lograr el ascenso a la Liga profesional, se disolvió ayer como el agua entre los dedos. “Es un robo más grande que el estadio. No son ladrones, sino delincuentes; nos robaron los dos partidos (final de ida y de vuelta)”, cuestionó el directivo Robert Blanco por el polémico penal que le dio a Aurora el título de la Copa Simón Bolívar y el pase directo al fútbol rentado del país. Blanco subrayó que la preocupación de la dirigencia de Destroyers estaba centrada en el arbitraje, algo que según dijo se consumó con el ‘vergonzoso’ trabajo del beniano Alejandro Mancilla, quien media hora antes del partido le ganó el sorteo al paceño Luis Irusta. En el empate (2-2) de la final de ida en Santa Cruz, el árbitro chuquisaqueño José Jordán fue duramente cuestionado por una supuesta parcialidad con Aurora. “No les bastó una vez, sino que necesitaron de una segunda”, destaca el Facebook del equipo cruceño, en el que además se elogia el desempeño del plantel con el siguiente título: “Gracias guerreros por todo, son unos verdaderos campeones”. DENUNCIA MALTRATO EN EL FÉLIX CAPRILES A través de las redes sociales, Destroyers no sólo hizo énfasis en el trabajo de la terna arbitral, sino en la falta de hospitalidad para sus hinchas en el estadio Félix Capriles, en donde sus pares de Aurora no les dejaron colocar banderas en la malla que divide la cancha con las tribunas. La figura fue diferente en el Tahuichi Aguilera, puesto que los aficionados del ‘equipo del pueblo’ tuvieron una tribuna exclusiva en el sector de general con resguardo policial.
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