Cuando en 2017 dejó Blooming y luego se fue a jugar a Rangers, de Chile, Ricardo Duarte nunca se imaginó que viviría una odisea hasta el domingo cuando volvió a jugar un partido oficial en el profesionalismo tras un año. “Gracias a Destroyers, que confió en mí para firmar un contrato. Estuve un año sin jugar y casi me retiro”, sostuvo. El brasileño fue clave en defensa, junto con el argentino David Andersen, para que el equipo cuchuqui consiga vencer por 1-0 a Blooming en el inicio del torneo Apertura de la División Profesional.
En Chile firmó su contrato y no tuvo la chance de debutar, pues se lesionó de los meniscos en la rodilla derecha en las prácticas. Luego apuró su regreso y se lastimó, situación que alargó su recuperación a casi siete meses. Por ello decidió volverse a Santa Cruz, donde está desde hace seis meses. En julio de 2017 probó en Sport Boys, pero en el equipo warneño tenían en la mira a otros jugadores.
Fue en ese momento que decidió centrarse en su negocio de venta de mandiles para médicos, ingresos con los que logró mantenerse hasta la fecha. “Volví a Santa Cruz para estar con mi novia, Lizzie Gutiérrez”, afirma.
Mientras visitaba consultorios y a estudiantes de medicina para comercializar sus mandiles le llegó la oferta del equipo cuchuqui para volver a jugar. El buen estado físico lo tenía porque nunca se descuidó y el trabajo con el balón lo adquirió en las prácticas al mando de Evandro Guimaraes.
“Falta mucho para ponerme 100 puntos, pero me demostré que puedo seguir jugando”, sostuvo Duarte, que aún recuerda los buenos momentos que pasó en Blooming. El defensor cumplió 30 años ayer y dijo que su mejor regalo fue volver al fútbol el domingo con Destroyers.
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